El blog del curso Crítica de Arte II (UPRM)

Por: Bárbara W. Pérez Rodríguez

El pasado 18 de abril de 2013, tuvo apertura la Exposición Anual de Estudiantes del Recinto Universitario de Mayagüez. Es esta una de las más esperadas actividades por los estudiantes amantes del arte, que cabe aclarar no se reducen a los de dicha concentración, puesto a que la convocatoria es abierta a todo el estudiantado del Recinto. Fue una noche llena de emociones para sus participantes, ya que, como bien mencionó Yariel Caraballo, presidente de la Taller Artístico Creativo Universitario (T.A.C.U.), es este el momento de presentar a nuestros compañeros, profesores, familiares, amigos y a nosotros mismos, el resultado de nuestro esfuerzo durante todo el año.

La exposición cuenta con 36 obras de 23 estudiantes en variedad de medios: pintura, dibujo, grabado, fotografía, cerámica/alfarería, mosaico, vitrales, escultura, medios mixtos y más. Y aunque todas muy buenas obras, cada una con su particularidad y encanto, hubo una que fue la que captó mi atención tan pronto como puse un pie en la sala. Fue inevitable, no miré ninguna otra, no hasta haber observado cada esquina de esta fascinante pieza. Era una de las obras de Cosme Vélez.

“La blusa de Lilo”
Cosme Vélez
Mosaico
22″ x 25″ x 28″

Se titula “La blusa de Lilo” una escultura de 22” x 25” x 28”. Lo más impresionante de ella es que está casi completamente forrada en mosaico. Las teselas de variedad de tamaños, materiales y colores, cubren una Visetti montada en su mesa, y una blusa a medio coser. Su atención por el detalle resulta encantador. Tiene carretes de hilo los cuales, en lugar de hilo, cargaban cuerdas de  canutillos. La parte inferior de la mesa tiene un compartimiento para ubicar un alfiletero, también en mosaico, y con muchos alfileres. De la particular blusa azul, ni hablar. La blusa es real (de su mamá), completamente cubierta de azulejos. Pero tiene hasta sus botones y mantuvo los dobleces que simulan el caer de la tela. Sí, aun cuando los materiales para hacer mosaico hacen que la pieza sea pesada, la blusa parece caer, se ve liviana.  Predominan en la pieza los colores claros y de tonos pasteles, y junto a esto, los patrones curvilíneos que traza con las teselas en la mesa de la máquina, hacen que la pieza evoque  delicadeza, que sea sutil,  con cierto aire de inocencia, de ensueño y de fantasía.

Detalles de "La blusa de Lilo"    Cosme Vélez    Mosaico    22" x 25" x 28"

Detalles de “La blusa de Lilo”
Cosme Vélez
Mosaico
22″ x 25″ x 28″

Vélez fue uno de los pocos estudiantes a quienes les fueron aceptadas las tres obras sometidas en la convocatoria. Este talentoso estudiante, quien es el mayor en edad de los participantes, es un artista por vocación que no fue hasta hace poco que se convenció de que el arte es su verdadero destino. En 1984, al graduarse de escuela superior, fue orientado para hacer una carrera en arte, pero prejuiciado por las opiniones que durante generaciones han existido sobre la profesión de ser artista plástico, pensó que era vergonzoso y desistió de la idea. Ese mismo año, decidió entonces ingresar al Colegio, pero por otro departamento que le preparase para ser veterinario, Industrias Pecuarias. Sin embargo, en su primer laboratorio de ciencias pecuarias se dio cuenta de que jamás estaría dispuesto a palpar fetos de becerros por el recto de una vaca; “Me salí de la fila y luego del Recinto”. Luego de esto terminó un grado asociado en artes gráficas y trabajó en este campo durante cinco años en varias agencias de publicidad en el área metropolitana en Puerto Rico. Posteriormente, regresa a Cabo Rojo y establece su propio negocio de recordatorios, artesanías, y arreglos florales que operó desde 1992 a 2007. No es hasta el 2008, que decide regresar al Colegio 24 años más tarde a hacer su bachillerato en Artes Plásticas. Indudablemente, ha sido esa una excelente decisión. Me parece que Cosme Vélez, es uno de los estudiantes más talentosos que tiene el programa de Artes Plásticas del Colegio. Considero admirable el hecho de que, como bien refleja la obra previamente discutida, ha sabido sacar provecho de sus vivencias, conocimientos, experiencias laborales, sociales y personales, para la creación de sus obras.

Cosme Vélez

Cosme Vélez

Como ya mencioné, esta obra es el resultado de una experiencia vivida con su mamá, quien es paciente de Alzheimer, y que durante el pasado mes de enero fue hospitalizada de emergencia ya que no reaccionaba, aparentando un derrame cerebral.  Lilo, como cariñosamente le llaman, había estado bebiendo medicamentos contra las alucinaciones puesto que, según relata Vélez,  en días previos a la hospitalización se había mostrado ansiosa y alucinaba con J.F. Kennedy, Ronald Reagan, sus padres y algunas amistades. Hablaba con ellos, les cocinaba, y hasta les hablaba por teléfono en inglés (algo muy extraño es que ella no sabía hablar inglés anteriormente). En el hospital estuvo en coma en dos ocasiones,  79 libras, débil y deshidratada, con la boca virada, sin poder enderezar sus brazos ni caminar. Pero inexplicablemente, su corazón estaba intacto.

Eventualmente, los médicos descubrieron que su crisis había sido causada por los medicamentos que le habían recetado para las alucinaciones. Un tiempo después, luego de haber despertado del coma, Lilo fue diagnosticada con demencia senil. Su hija, hermana de Vélez, vino de Estados Unidos a cuidarla, y se dio a la tarea de arreglar y ajustar toda la ropa a su mamá, ya que por su gran pérdida de peso, todo le  quedaba grande.  Es por esto que viene a la mente de Vélez el recuerdo que, cuando él era niño, su madre cocía.

A su regreso a clase, le informan a Vélez que tiene que trabajar para una de sus clases en la creación de una escultura con materiales reciclados. Así que decide utilizar la reciente experiencia como inspiración. Y así, utilizando la vieja máquina de su mamá, una blusa, un alfiletero, unos carretes de hilo, un bloque de foam encontrado en la basura, su conocimiento sobre el mosaico y toda su creatividad, decide transformar ese difícil capítulo de su vida en una pieza de arte. Los colores utilizados en ella tienen un significado especial, pues, según me indicó, son  la gama de colores que predominan en el closet de su mamá. La blusa por otra parte, fue escogida estratégicamente, ya que,  tras su salida del hospital, Lilo buscó un traje azul cielo para que su hija lo planchara porque quería ser enterrada con ese traje. Y es que el azul claro es su color favorito.

Esa experiencia al límite, grave, que lo llevó al borde del abismo de la tristeza, fue una que sin duda lo marcó, pero a su vez lo hizo crecer como persona, como hijo, como hermano, pero afortunadamente, y para el deleite de todos los que admiramos sus obras, también lo hizo crecer como artista.

“La blusa de Lilo”  ha sido  una de las pocas obras participantes de una exposición estudiantes que ha logrado atraparme, conmoverme y dejar una huella en mí. De igual modo fue sumamente admirada por el público que se dio cita  la noche de apertura, o que ha visitado la exposición en los pasados días.

Quizá para algunos artistas, sus obras son el resultado del talento, del esfuerzo, de la creatividad, del conocimiento, o hasta del buen manejo de los materiales y/o medios. Personalmente, es la historia detrás de cada obra la parte que siempre me resulta más fascinante de cada pieza. Su musa, los motivos, los recuerdos que conserva, el significado de cada detalle, el lugar donde fue creada, las heridas que ayudó a sanar…

La Exposición Anual de Estudiantes permanecerá abierta hasta el 20 de mayo de 2013 en la Galería de Arte en el edificio Chardón del Recinto Universitario de Mayagüez. Les invito a visitarla y a disfrutar de todas las obras participantes.

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